¡Estoy rodeada de impresentables!

¡Es que no puedo más, son todos unos impresentables!

Te quejas a tu amiga y “la listilla” te dice: Todo lo que te pasa es un reflejo de tu interior.

Entonces qué pasa, que si estoy rodeada de impresentables ¡¿yo también lo soy?!

No, para nada, de verdad.

Esa frase de moda, “todo lo que te pasa es un reflejo de tu interior” está haciendo mucho daño. Como la de que “las enfermedades las provocas tú”, que viene a ser lo mismo. También es mentira. Bueno, tienen parte de verdad, y es lo quiero explicarte ahora. Ten un poco de paciencia… te propongo una pequeña investigación:

Cuando dices que estás rodeada de impresentables no estás diciendo nada. Es una frase hecha que tiene muchos significados. Lo primero es explicártelo a ti misma. ¿Qué hacen exactamente? Te refieres a que no respetan los valores o la buena educación, a que son traicioneros e interesados, a que no hacen su parte del trabajo, a que son manipuladores o autoritarios… ¿a qué te refieres? Concrétalo.

Coge una de las situaciones, una de esas conductas que te hacen sentir mal y descríbela con una frase corta. Por ejemplo, la de que son traicioneros e interesados. Perfecto.

Ahora, tienes que hacer una maniobra de separación: separa los pensamientos de las emociones, separa lo que hacen de lo que te hacen sentir. Esto es, divide la experiencia en dos: lo que veo que hacen y lo que siento cuando lo hacen.

Ahora viene una cuestión importante: puede que yo no comprenda por qué lo hacen, puede que realmente esa persona no haya querido traicionar a nadie, o que no lo hayan hecho de una forma interesada. Puede que lo hayan hecho sin darse cuenta, sin intención de hacer daño, o que lo hayan hecho con malas intenciones. La verdad es que es muy difícil saber eso. Quizás no tengas dudas de que tienes razón, está bien. Eso no tiene importancia ahora.

Lo que sí debes tener claro es que lo que sientes, lo que te hace sentir su conducta, es lo que hay que investigar. Esto es lo importante: lo que sientes es real. Te sientes traicionada, o sientes que esa persona actúa contigo por interés y no lo soportas. Te parece que es una impresentable y te pone de los nervios.

Hagamos ahora lo mismo que antes: concrétalo. Describe exactamente qué te hace sentir. Por ejemplo, me pone nerviosa, como que debería aceptarlo y callarme, o me hace rebelarme y gritar, o siento que se aprovechan de mí, o que no me respetan, o como que me abandonan

Elige la frase que mejor refleje tu sentir. En este caso, digamos que sientes que te abandonan.

Así que la frase sería: cuando veo que esa persona traiciona a alguien o actúa por su propio interés me siento abandonada.

¡Estupendo! Este es un camino maravilloso para desenmarañar la confusión emocional que nos invade a veces. Ya verás, continúa con el ejercicio. Aquella frase inicial que solo expresaba rabia y acusaciones:

¡Estoy rodeada de impresentables!

Se ha concretado en esta otra, mucho más clarificadora:

Cuando veo que esa persona actúa por interés o de forma traicionera me siento abandonada.

Muy bien. Ahora viene la parte que no gusta a nadie… La parte de aceptar que lo que el otro hace no tiene nada que ver con lo que yo siento.

Ya sé que duele y que rechazas la idea. Hay alguien gritando dentro “¡¡él es el culpable, yo me siento mal por su culpa!!”

Párate un momento y piensa: ¿todas las personas han reaccionado igual ante lo que ha hecho esa persona?, ¿puedes aceptar que tu reacción emocional depende de ti y no del suceso?

Es crucial tener un poquito de humildad para reconocer que la reacción emocional viene de dentro, que no la crea el suceso. Ya sé que es doloroso. Todos queremos que cambie el otro para que yo me sienta mejor. Pero así no vamos a solucionar nada, de verdad.

Ten claro que tu reacción emocional es tuya, hazte responsable de ella. Y como es tuya, la puedes trabajar, limpiar, sanar.

No dependes del otro para sanar tu dolor, frustración, o sensación de abandono.

Vale, vale puedes decir… ¿y cómo se hace? Allá vamos:

Imagina que dentro de ti conviven varios personajes:

  • Estás tú, la tú real, semilla divina, alma impoluta, la que te lleva a perdonar, amar y jugar.
  • Está la niña herida, que sigue sintiéndose mal cuando le despiertan sus traumas, pequeños o grandes, profundos o superficiales.
  • Y la agresiva, la que desearía romper con todo y mandarles a todos a “freír espárragos”.
  • Y a su lado está la confundida que no sabe lo que quiere pero que no deja de quejarse.
  • No puede faltar la que se siente abandonada con mucha facilidad.
  • Y la omnipresente jueza que sabe lo que es correcto e incorrecto, la que decide si lo que hacen los demás está bien o mal, la que tiene claro lo que deberían y no deberían hacer.

 

Todos esos personajes están siempre de fiesta. Dentro de ti, se lo pasan pipa. Cada uno exagerando su papel, tomando a ratos “la voz cantante”, como si se pasaran la pelota amablemente para que cada cual tuviera su momento de protagonismo.

Pues, fíjate bien, hay un personaje que está escondido y que no tiene voz propia: es el inconsciente. No lo ves, por eso le llamamos inconsciente.

El objetivo de toda terapia es destaparlo y escucharle. Atenderle para sanarlo.

Atenta: la frase “todo lo que te pasa es un reflejo de tu interior” quiere decir que el inconsciente se está expresando a través de ese suceso, porque no tiene voz propia. Es solo eso.

Y dirás que eso no tiene sentido, que lo que está pasando es real y que es normal que reacciones así. De acuerdo. Quizás puedas abrirte a aceptar esta otra frase: lo que está pasando es real, pero la forma en que yo reacciono es mía, porque a todos no les sienta igual de mal lo que está pasando.

Al fin y al cabo, las dos frases quieren decir lo mismo. Recuerda: hay que separar lo que pasa de lo que te hace sentir. Porque lo que te hace sentir es lo que te incomoda, no lo que está pasando.

Dicho de otra forma:

Los sucesos son neutros, es el valor que tú le des lo que te hace sentir mal.

 

Se han escrito libros enteros para explicar lo que intento reunir en solo mil palabras. Hace falta una entrega total a querer desmontar las proyecciones que hacemos, las valoraciones inconscientes que hacemos. Hace falta poner en práctica estos enfoques para llegar al origen de la herida. En el caso del ejemplo, hace falta un profundo deseo de sanar para investigar por qué cuando alguien actúa por interés o de forma traicionera, yo me siento abandonada.

Es probable que lo que esté pasando a nivel inconsciente es que te hayas sentido abandonada en algún momento de tu infancia y no hayas podido expresar la pena por sentirte abandonada, porque se hubieran reído o enfadado, y la hayas “convertido” en rabia, que es una emoción mucho más llevadera y poderosa que la victimista sensación de abandono.

Ten en cuenta que destapar las verdaderas emociones que llevan escondidas tanto tiempo no es fácil y es probable que no lo puedas hacer sola. Porque la mente es muy poderosa y se resiste a este proceso de sanación, que requiere de una humildad y una honestidad profundas.

Si estás pensando en hacer este trabajo, si anhelas dejar de reaccionar así y vivir en paz,  yo te puedo acompañar.

¡Te deseo valor y fuerza!

 

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