No solo las personas tienen su propio archivo akáshico. También lo tienen los objetos, los lugares o los conceptos.
En este caso, he elaborado una lista de preguntas relacionadas con la obesidad como concepto. He meditado un rato y he abierto los archivos akáshicos de la obesidad. He ido haciendo las preguntas, he recibido las respuestas y las he escrito para ti. Estas son las preguntas que se me han ocurrido hacer. Puede haber más, claro que sí. Y también puedo abrir los archivos akáshicos de tu obesidad, de lo que te afecta a ti en concreto.
Cuando veas en el texto que dice “vosotros” o “tú” estoy escribiendo lo que me dijeron los Registros Akáshicos, refiriéndose a todos nosotros, los humanos.
Deseo que te sea de utilidad.
¿Qué es la obesidad?
Un incremento de volumen.
Hay tres tipos de obesidad:
- Por ingesta excesiva.
- Por alimentos en mal estado o inflamatorios: harinas y alimentos refinados como azúcar y aceites. Alimentos muy procesados. También provocan malestar/inflamación los alimentos que han sufrido muchos cambios de estado: hielo, cocción, frigo, microondas.
- Por medicamentos.
¿Cómo se origina la obesidad a nivel emocional?
Detrás siempre hay una culpa. Pero para llegar a sentir que hay culpa, primero hay que quitar varias “capas de cebolla”. Nos referimos a que muchas veces no sois conscientes de las emociones que sentís realmente. Os cuesta mucho reconocer que tenéis emociones desagradables y las escondéis detrás de otras más aceptables. La culpa, pongamos por caso, la tapáis con argumentos del tipo “es que la ansiedad me produce hambre”, “podría no comer esto pero está tan rico”…
Así, cuando escarvas un poquito en las emociones asociadas al comer, vas descubriendo emociones cada vez más profundas, que se van abriendo como “capas de cebolla”. Tienes otras publicaciones que hablan de la sanación emocional, así que no vamos a extendernos ahora en esto.
Algunas “capas de cebolla” son comunes a todas las personas obesas, otras son particulares, en función de la experiencia vital de cada cual.
¿Cómo se origina a nivel físico?
No se origina a nivel físico. En el cuerpo se reflejan las decisiones anteriores: necesito comer más, o como lo que me sienta mal, o necesito medicamentos que me hacen engordar/inflamar.
En el cuerpo vemos la consecuencia de la obesidad, no la causa.
Para acabar con la obesidad hay que enfrentar la causa, no la consecuencia.
Lo primero es amar el cuerpo.
Deja de lamentarte por tener un cuerpo así y agradece cada día todo lo que el cuerpo hace perfectamente por ti, sin pedirte nada a cambio: respira, procesa alimentos, percibe placer, procesa pensamientos. Agradece también las situaciones que no te agradan, porque te están mostrando aquello que debes sanar.
Agradece si percibes algún dolor, porque te está avisando de que algo no va bien.
Y la obesidad ya es, en sí misma, un indicador de que algo no va bien.
¿Cómo se origina a nivel energético?
La sensación de carencia provoca la necesidad de llenar ese vacío.
Pones el foco en lo que no tienes y sientes el vacío, que da mucho miedo. Para dejar de sentir miedo tienes que llenar ese vacío como sea, aunque sea físicamente.
Date cuenta de que, por pensar en lo que no tienes, aparece una sensación de vacío espiritual, que provoca una sensación emocional de miedo que provoca una sensación física de hambre.
Y todas esas sensaciones son energía que te circula, unas energías imperiosas que no controlas.
Si cambias el foco de la atención a lo que sí tienes y agradeces constantemente lo que tienes, cambias la energía, cambias la visión, ya no hay vacío que llenar. O el vacío se hace más pequeño. Y poco a poco, a fuerza de agradecer y amar el propio cuerpo, con los ladrillos del amor vas construyendo un antepecho, un muro en el que apoyarte y observar el vacío desde la seguridad de tu muro de amor. Y desde esa seguridad puedes observar la sensación de vacío espiritual y aprender de él.
El amor da seguridad, cobijo, compañía.
Las personas obesas no perciben el amor incondicional. Sólo saben de sacrificios.
Sientes que hay que hacer cosas por los demás para sentirte integrada, amada. Te sacrificas en muchos más aspectos de los que eres consciente, porque en la superficie hay un orgullo por ser diferente, que te impide ver la falta de seguridad que sientes.
Las personas obesas son personas temerosas.
Una forma sencilla de iniciar el camino de la sanación es hacer Ho’Oponopono a cada alimento que ingieras: dile a cada plato: te amo, lo siento, perdóname, gracias.
En cualquier orden. Tres veces cada frase.
La herencia familiar
Generalmente la herencia familiar se recibe sin juzgar. Sobre todo, en la obesidad provocada por alimentos inflamatorios o en mal estado. Queremos decir que la alimentación de la infancia es algo que no se cuestiona y es algo que la niña o el niño no puede decidir. Y esa forma de comer la continuais haciendo durante toda la vida, hasta que llega el momento de reflexionar sobre ello cuando os produce sufrimiento o problemas de salud.
De todas formas, dentro de la misma familia, sentados en la misma mesa, no todos comen igual o en la misma cantidad, siempre hay diferencias entre los miembros: una persona puede comer igual que los demás, pero menos cantidad, o más cantidad de un tipo de alimento y menos de otro.
Así que por una parte, estáis condicionados por el tipo de alimentación familiar, y por otra parte, no a todas las personas os perjudica a la salud, porque dentro de la misma mesa, cada persona come diferente, o hace un “uso” diferente de lo ingerido, a nivel físico o energético-emocional.
Se hereda también la forma de enfrentarse a los problemas. Una madre da de comer al bebé cuando llora y éste se calma, aunque no llorara por hambre. Es un mecanismo aprendido desde la infancia. Cuando os sentís mal, comeis y os calmais.
Así, ante la ansiedad o la sensación de carencia, tapas el vacío/miedo con comida.
La ingesta excesiva suele venir acompañada de poca masticación, que también provoca inflamación intestinal o dificultad en el aparato digestivo.
Veamos otros desencadenantes de la obesidad:
El trauma
Muchas veces aumentar de volumen es un mecanismo para sentirte más grande y menos vulnerable. Es una reacción posible y probable a una humillación sufrida. Un mecanismo también para dejar de ser atractiva y evitar así posibles agresiones sexuales.
Un accidente
Un accidente, sea de coche o de cualquier otro tipo, puede provocar cambios corporales que afectan a órganos que intervienen en la digestión y provocan un mal funcionamiento.
Un accidente también puede provocar problemas psicológicos de miedo, inseguridad o ansiedad, que provocan ese vacío que ya hemos mencionado y que llenáis comiendo.
Programación psíquica
También es posible, aunque poco probable. Hay determinadas patologías o conflictos que aparecen a una determinada edad por causas kármicas, pero no es el caso habitual de la obesidad.
¿Qué le impulsa a alguien a comer tanto? Los momentos gatillo
Los momentos gatillo son particulares en cada persona y dependerán de la causa de la obesidad:
- Por trauma: cuando algo le recuerde al suceso.
- Por humillación: cuando se sienta vulnerable.
- Por creencias: “son las dos y tengo que comer”, “comeré mucho de esto porque me gusta mucho”.
- Por accidente: por miedo al recuerdo, por ansiedad. Similar al trauma.
- Programación psíquica: cada caso es particular.
El momento gatillo sucede cuando sucumbimos a la tentación.
Cuando decido que me voy a permitir comer todo lo que me dé la gana, sucede este mecanismo:
- Reivindico mi libertad de abusar de mi cuerpo.
- Pero ya sé, me he creído hace mucho tiempo que la obesidad es perjudicial, por lo que aparece la culpa.
- La culpa es tan intensa que como no la quiero sentir, como deprisa para que dure poco.
No siempre que me permito un atracón aparece la culpa en ese momento, conscientemente, a veces hay un disfrute auténtico. Pero la culpa se va acumulando en el interior.
A veces, decido que me voy a permitir un atracón a modo de premio…
La obesidad, ¿qué le obliga a hacer a una persona?
Requiere cuidados especiales. Que sean especialmente considerados con ella: el mejor sitio en la mesa o en el sofá. Paradas más frecuentes en los paseos o actividades…
Le obliga a ser tratada de forma diferente, porque tiene más necesidades. Le da importancia.
¿Qué le impide hacer?
Esfuerzos físicos como subir montañas, valerse por sí misma en determinadas situaciones y en función del grado de obesidad.
Aunque sea de una forma inconsciente, la obesidad os exime de ciertas actividades que no deseáis hacer.
¿Qué beneficio obtiene?
El beneficio general es el de la actitud victimista: “no puedo controlar la ingesta”. La ausencia de responsabilidad.
Generalmente, la persona obesa siente su “mochila” mucho más llena de lo que está, se infravalora en sus aptitudes y se sobrevalora en su importancia para los demás: “soy necesaria en la familia”, “si no lo hago yo, ¿quién lo hará?”.
El desapego hacia la familia es fundamental en una fase más avanzada del proceso de sanación.
¿Cuál es la conducta adecuada con la comida?
La máxima es: COMER SANO CUANDO SE SIENTE HAMBRE. Todo lo que se desee hasta la saciedad.
La saciedad se siente como una sensación de satisfacción, de que ya se ha pasado el hambre. Si se sigue comiendo más allá de la saciedad de forma habitual, se está agrediendo al cuerpo. Te estás auto-castigando.
Disfrutar de los excesos corporales de vez en cuando es sano, un premio por estar viviendo en esta vida. En esta sociedad todo lo celebramos comiendo.
Pautas para comer conscientemente:
- Es importante no comer si no se siente hambre.
- Masticar adecuadamente.
- Comer agradeciendo a los alimentos la labor que van a hacer por ti. Mostrar una actitud de respeto hacia los alimentos.
- Haciéndolo así, y descartando de la dieta los venenos cotidianos, el cuerpo recuperará su equilibrio por sí mismo, sin preocuparnos por la ingesta.
¿Cómo cambiar de conducta?
Conociendo todo lo dicho hoy. Tomando consciencia.
Y haciendo caso a todo esto. Confiando en la terapia. Sin esfuerzo.
Propuesta de terapia para sanar la relación con la comida
Durante el primer mes:
Al comienzo de la terapia hay que tomar consciencia de que la relación con la comida es perversa. El pimer paso es darte cuenta de que estás “utilizando” la comida para premiarte o castigarte, para llenar vacíos emocionales, no solo para satisfacer la necesidad básica de alimentarte.
Puedes comprobar, por tu experiencia previa o investigándolo ahora, que la misma comida puede ser buena o mala en función de cómo te sientas mientras comes:
Si comes tranquila, despacio, masticando mucho y agradeciendo, te sienta mejor la comida, la digieres mejor y te inflama menos. Te llenas de energía.
Aunque comas la misma cantidad, si lo haces apresuradamente, en plan “atracón” acabas con una digestión pesada que que te quita energía e incluso te obliga a la siesta.
Cualquier intento de controlar la ingesta fracasará a largo plazo. Porque estás intentando modificar el efecto, no la causa.
Cuando una persona llega a consulta está pidiendo ayuda, porque no sabe cómo solucionar su problema. Y cree que su problema es la obesidad. Que hay algo incorrecto en ella. Hay que dejarlo claro desde el primer día:
La obesidad no es el problema. Es el efecto secundario del problema.
Pero, de entrada, la causa de ese problema no es obvia ni fácil de descubrir, porque la persona está atormentada y no ve con claridad. Por eso es necesaria una terapia, enfocada en unos pasos definidos, concretos y sencillos, que no alimenten la culpa, que no enfrenten a la persona a sus propios temores, sino que le ayuden a quitarse la culpa y aumentar su responsabilidad.
Si quieres sanar la obesidad, date un plazo largo de tiempo, no tengas prisa. Te propongo esta estrategia, canalizada de los Registros Akáshicos:
Durante un mes, cada día, en todo momento, y no solo en las comidas, enfócate en estas dos actitudes:
Mira el lado bueno de las cosas que te pasan y agradece al Universo, poder superior, Dios o energía universal el que te haya llegado eso a tu vida.
Haz Ho’Oponopono con cada parte de su cuerpo y con toda la comida y bebida que tomes. Aunque no sepas Ho’Oponopono, no importa. Consiste en que repitas estas bellas frases: te amo, lo siento, perdóname, gracias; varias veces y en cualquier orden.
Cada día, dedica unos minutos a repetir estas cuatro fases mirando o tocando cada parte de tu cuerpo (las que no te gustan y las que sí te gustan).
En cada comida o pequeño tentempié, repite las cuatros frases mirando la comida, antes de empezar a comerla. Repítelas varias veces, sintiéndolas.
Durante este primer mes no hace falta controlar la ingesta, ni intentar reducirla, ni hacer ningún tipo de esfuerzo. Solo toma consciencia de lo que estás haciendo, sin juzgarte ni sentirte culpable de nada.
Con hacer solo eso durante un mes, todos lo días, notarás un alivio poderoso. Te bajará el nivel de miedo, ansiedad y culpabilidad que puedas tener.
Durante este primer mes, es recomendable tener un seguimiento semanal para ver los progresos y los cambios internos que se van generando.
Durante el segundo mes:
Pasado ese mes, cuando ya estés más calmada, analizaremos juntas la forma de intervención, en qué nos vamos a enfocar a partir de ahora. En general, hay dos caminos complementarios, que se pueden abordar de uno en uno o los dos al mismo tiempo:
Camino 1: Interviniendo en la ingesta, como forma de animar a que la persona obesa haga algo activo por el control de obesidad. Esto es, estás preparada para ir reduciendo, eliminando o sustituyendo los alimentos inflamatorios o nocivos, que son esos que ya sabes “que engordan” y te gustan tanto. Se trata de que elijas una sola de estas sugerencias, de que vayas poco a poco, invirtiendo los esfuerzos de una forma amable y gradual:
- Eliminar o reducir los alimentos refinados
- Eliminar o reducir las harinas
- Eliminar o reducir el azúcar
- Eliminar o reducir los refrescos
- Comer arroz integral en vez de arroz blanco o pasta
- Comer pan integral de herboristería o comercio ecológico en vez del pan blanco de supermercado o de panaderías que trabajan con masas precocinadas congeladas.
- O puedes elegir reducir la carga calórica, sustituyendo uno de los alimentos más calóricos por otro menos calórico. Por ejemplo, cambiar los croissants por tostadas con mermelada y mantequilla.
- O reduciendo la cantidad total ingerida. Sintiendo el punto de saciedad y respetándolo.
Camino 2: si te parece agresivo o muy difícil hacer los cambios en la dieta que te propongo en el Camino 1, prueba con el camino espiritual. Abriéndote a la espiritualidad, poco a poco y de forma amable, aprenderás a amarte desde otro sitio, desde donde empezarás a querer cuidar tu cuerpo de otra forma.
El Camino 2 o camino espiritual
Hay muchas actividades posibles para abrirte al Espíritu y sentir su sanación holística. Aquí tienes algunos ejemplos. En terapia, entre tú y yo, veremos la más adecuada para ti:
- Iniciar alguna actividad que permita el contacto con el instante presente: yoga, taichi o alguna disciplina física de bajo esfuerzo.
- Paseos por la naturaleza. Importante: abrazar árboles, equilibran la energía. Apoyar todo el cuerpo, por delante o por detrás, sobre el árbol. Si te pones apoyándote la parte delantera sobre la corteza del árbol, visualiza que una energía sale por los pies hacia la tierra, llevándose todo lo doloroso, y luego visualiza que a la altura del pecho recibes energía del árbol. Así se forma un círculo sanador de energía, echando lo malo por los pies y recibiendo lo bueno por el corazón.
Si estás apoyada de espaldas sobre el árbol, visualiza cómo salen todas las tensiones por lo pies y cómo penetra la energía sanadora por la coronilla. Siente el círculo de energía.
Bastarán un par de minutos o unas cuantas respiraciones largas y profundas. El recuerdo de ese momento de paz te acompañará por un largo rato.
- Meditaciones guiadas. Hay muchas gratuitas en internet. Y yo misma elaboro meditaciones a medida, en función de las necesidades.
Hay tantas formas de adentrarse al tesoro espiritual que anida dentro de cada persona, a ese amor verdadero y sencillo que nos conecta con la auténtica satisfacción por la vida… tantas formas como personas. Hay una adecuada para ti, no tengo ninguna duda sobre ello. Y sé, con una certeza absoluta, que los dolores, traumas y bloqueos, los conflictos emocionales en general, no se solucionan pensando, se solucionan sintiendo, abriendo el corazón.
Camino doble: si haces las dos cosas, intervenir en la dieta y comenzar el camino espiritual, tu compromiso será mayor y la sanación será más profunda y posiblemente más rápida.
Y continuar con este proceso durante otro mes. Mientras, sigue dando gracias cada día al cuerpo y todo lo que ya tienes en tu vida y haz Ho’Oponopono a todos los alimentos que tomes.
A los dos meses ya habrá habido cambios suficientes como para que la paciente confíe en la terapia.
A partir del tercer mes:
Ahora ya, puede comenzar una fase de la terapia más profunda. Hay varias herramientas que se pueden ofrecer a la persona, para valorar cuál es la más adecuada para ella:
- Auto-scanner mental para observar los mensajes negativos que la persona se da sobre sí misma o sobre los demás. Observar SIN JUZGAR. Repitiendo, cada vez que te des cuenta que has pensado mal de ti: “me perdono por juzgar”.
- Aprender la diferencia entre reaccionar y responder a un suceso.
- Establecer auto-premios saludables que no tengan relación con la comida.
- Dejar de prestar atención a la comida y permitirte sentir, en los momentos gatillo, cuál es la verdadera emoción que quieres tapar con la comida.
- Utilizar la hipnosis ligera (lee más sobre eso aquí) para acceder más fácilmente a las creencias inconscientes que están sosteniendo la obesidad.
- Y así comienza el viaje de la verdadera sanación emocional: PERMITIR EL SENTIR. Para aprender a conectar con las emociones hay muchos caminos, muchas herramientas que podrás aprender.
🧡
Esto es todo lo que he canalizado sobre la obesidad. Como ves, ha sido una sesión larga y de gran profundidad. Por mi parte, les doy las gracias a los Registros Akáshicos y a los seres de luz por la información recibida.
Si te resuena y quieres probar el camino que proponen los seres de luz para sanar la obesidad, puedes pedir una cita, online o presencial.